En estos días tan tristes para todas las
naciones, mis ganas de escribir en el blog han sido más que nulas. Y de lo
única que estoy segura es que nadie puedo imaginar hasta que nivel el
Coronavirus arrebataría vidas a nivel mundial.
En noviembre del año pasado cuando comencé a
leer los primeros reportes del Covid-19 e investigar sobres sus antecedentes,
que eran desconocidos para mí, me tranquilice creyendo que este brote se
asemejaría al del 2002-2004 del SARS. El número de infectados no rebasó los
10.000 y las muertes no superaron las 1.000. Números importantes, sin embargo,
la retención del virus gracias a las medidas tomadas, esperaba fuese suficiente.
Pero a medida que los países comenzaban a
perder el control y que muchas de las creencias o mensajes que nos
transmitiesen resultasen ser falsos, mi estado de pánico incrementaba.
El primer golpe de la realidad chocó con
las historias dantescas de lo ocurrido en Italia. Recuerdo haber leído sobre
una pareja de ancianos que murieron con pocas horas de distancia uno de otro.
Sin poder verse, sin poder darse el último adiós, habían pasado casi toda su
vida juntos. Y otro golpe más duro de la
realidad vino cuando su hijo, no pudo ver los cuerpos de sus padres por
permanecer en aislamiento con su esposa e hijos.
Leí la historia alrededor de febrero, y
para la desgracia de millones de familias, esta historia se ha vuelto a repetir
pero con diferentes nacionalidades, y diferentes idiomas.
Los que fueron unos cientos de casos y unas
cientos de muertes, incrementan día a día a una velocidad nunca antes había vista
en el mundo globalizado.
Al momento de hacer esta entrada de acuerdo
al contabilizador de Bing son ya más de 113 mil fallecidos y más de 1.800.000
de contagiados en todo el mundo. Tan solo en Estados Unidos hay más de 22 mil
fallecidos, Italia más de 19 mil, España más de 17 mil, solo por mencionar los sitios
más afectados en estos instantes.
Sé que cada persona está atravesando por
esta guerra inesperada de la mejor manera que puede. Sé por igual que es difícil
cambiar el modo de vivir de cada uno, las consecuencias de la cuarentena me ha
dejado anonadada. Tan solo basta con leer las estadísticas de desempleo,
incremento en la depresión y violencia doméstica para espantarse.
Lo peor es que pareciese que la luz al
final del camino no pareciese verse, pero me gustaría creer que en algún
momento seremos capaces de observarla. Se suponía que escribiría contenido para
distraer mi mente, pero es difícil escribir en momentos así.
Para todos aquellos que hayan perdido a un
ser querido mis condolencias; para todos aquellos que se sientan agotados por
las deudas acumuladas les mando fuerza; para todos aquellos que están en la líneas
del frente (doctores, enfermeros, policías, personal de limpieza, trabajadores
en mercados, etc) mi profundo agradecimiento. Y a quien me lea un fuerte
abrazo. Cuídense y mantengámonos unidos en espíritu.
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