A continuación un post sin relación a la temática de El Blog de Paopayu
Hace más de tres años publiqué una entrada acerca de las
protestas del 2014 en Venezuela. Recuerdo que escribirla fue un momento
duro porque tuve que colocar en palabras toda la tristeza, rabia y pena
que sentía por la situación, por esas madres que no verían más a sus
hijos, por esos amigos que habían perdido a un hermano, por una
Venezuela que sentía morir a sus ciudadanos. Pero el sentimiento
más grande que guardaba al escribir ese post era la esperanza, esperanza en que la pérdida de esas 43 vidas resultase en algo positivo para el país.
Sin embargo, nuevamente, la sangre de (esta vez) 56 personas , en su mayoría jóvenes, venezolanos tiñen las calles de los estados de mi tierra.
Por mi cabeza no para de rodar la
idea de que la misma historia se está volviendo a repetir. Siento miedo
de que todo acabe como la otra vez, pero también siento miedo de que
más chamos de mi edad o menores o mayores o como sea, mueran; siento
miedo de aquellas personas que fallecen por falta de medicamentos; siento
miedo por los padres que no le dan suficiente comida a sus hijos por los
precios tan elevados de los alimentos; siento miedo por aquellos que salen a la calle y corren el riesgo de perder la vida
por un miserable celular; siento miedo por esos que gastan su vida
trabajando y el sueldo que ganan no les alcanza ni para alquilar una habitación; siento miedo por los que se van de
su país a buscar oportunidades sin otra opción; al igual que siento miedo por los que se quedan padeciendo de todo lo que he mencionado.
Y aunque el miedo es lo que me predomina ahora, ¿hasta cuándo será el miedo lo que dominará la vida de cada uno de los venezolanos?
Las palabras no alcanzan para la tristeza y compasión que hay tras
cada imagen y video de un asesinato a sangre fría o entierro. Cómo es
posible que esto haya llegado a tanto, siquiera terminará como aquel
2014. Pero nuevamente la esperanza vuelve a mí, porque la ímpetud y
fuerza de aquellos valientes que salen a la calle es lo que reconstruirá
este país al que llaman sin futuro.
Un cálido abrazo a quien me lea.
Miedo y tristeza, sentimientos contagiosos, duele ver las calles de un país tan grande, importante y en teoría rico, llenas de gente protestando por sus derechos pisoteados. Ojala se pueda solucionar sin que haya que perder mas vidas. Un abrazo
ResponderEliminarOjalá no se pierdan más vidas, pero mientras el Gobierno no ceda no creo que eso sea posible lamentablemente. Un abrazo igual.
EliminarLa situación en Venezuela es algo vergonzoso y muy triste, que espero que acabe lo antes posible, recuperando la paz y sobre todo, la seguridad de sus ciudadanos. Aún queda esperanza, no desesperes. Os deseo mucha suerte y fuerza.
ResponderEliminarUn abrazo para todo Venezuela.
Gracias por tus palabras, un abrazo igual.
Eliminar"Allí es cuando sabes que no los volverás a ver y duele muchísimo"... vaya que duele despedirte de los tuyos, lo sé muy bien. Un abrazo.
ResponderEliminar¿Qué puedo decir? ¿Qué se puede decir? Lo siento, lo siento mucho. Son palabras vanas, lo sé, qué puedo saber yo que estoy a un mundo de allí. Pero aún así, quiero que sepas que no se os olvida, que el mundo sabe por lo que vivís (o morís). Siento no poder hacer más que darte mi apoyo. Si alguna otra vez necesitas que alguien que te escuche, comparte tus palabras, eso hará que los hechos no caigan en el olvido.
ResponderEliminarSé que la situación que vivís no es justa, no es justa, una serie de circunstancias os ha llevado a ello y un día, ese saco de injusticias en el que caen todas vuestras quejas y reproches un día no podrá llenarse más y entonces pasará algo que le dé la vuelta a la situación. No abandonéis la esperanza.
Saludos y fuerza,
Laura.
Qué reconfortantes palabras Laura.Muchas gracias.
EliminarSin embargo, la situación solo ha empeorado tras escribir este post. Inclusive los enfrentamientos con la policia han dejado muertos por lugares que solía transitar, que ya no puedo, nadie puede. Hasta han privado de libertad injustamente a amigos de infancia... ya no sé qué esperar.